¿Qué tipo de empleado eres?

Cada vez más, las empresas están replanteando sus procesos internos de gestión del talento y los trabajadores para afrontar un futuro incierto donde convertir toda la fuerza laboral existente en uno de sus principales activos intelectuales.

“Hablamos de know-how, pero también de motivación, esfuerzo y valor añadido marginal”

Es por ello que nos estamos acostumbrando a escuchar conceptos como los de employee engagement, totalmente desconocidos hasta hace pocos años. Esta nueva visión de la plantilla de cada empresa, plantea la necesidad de medir y retroalimentar la forma en cómo los trabajadores se interrelacionan y alinean con los intereses y valores estratégicos a medio y largo plazo.

“Ante este panorama, las empresas del futuro empezarán a categorizar a sus empleados por tipos para identificar así cuáles les interesa más formar, curtir, poner a prueba, delegar y, finalmente, promocionar internamente”

En este artículo nos dan ideas del compromiso en la empresa y resume el employee engagement. Pero vayamos un paso más adelante y profundicemos en todos estos aspectos, especialmente en el tipo de empleados que somos. Establecemos 3 tipologías fácilmente reconocibles:

1. Empleados negativos o perjudiciales

Espero que no seáis uno de ellos, pues vuestras horas en la empresa tienen una cuenta atrás menos longeva de lo que desearíais.

Los identificamos rápidamente, pues acostumbran a ser los más ruidosos en el día a día, a menudo en un tono destructivo y desesperanzador.

“Ven el cambio como una queja y no como una oportunidad, y no encuentran motivo para salir de su área de confort por lo que lo evitan a toda costa. Son un verdadero activo tóxico para la empresa”

El problema de este tipo de empleados es que extienden su negativismo y enfado a quienes les rodean, generando un clima laboral adverso para la creatividad, perseverancia y dinamismo que la empresa seguramente necesita de sus trabajadores.

2. Empleados neutros o indiferentes

Otro grupo fácilmente reconocible. Acostumbran a ser callados, trabajadores y estructurados.

“No dejarán de hacer su trabajo pero siempre sabremos lo que esperar de ellos, no hay factor sorpresa en este perfil de empleado”

Este tipo de trabajadores son efectivos para altas cargas de trabajo, siendo a menudo cumplidores hasta cierto punto, pues pocas veces veremos estos trabajadores más allá de su horario laboral.

Tampoco es una buena idea delegar responsabilidades o involucrarles en el proceso creativo, pues no les mueve la promoción interna más allá de lo que dominan de su labor rutinaria.

No son un caso perdido, nadie lo es, pero deberíamos identificar este tipo de trabajadores e indagar en los motivos que les llevan a no dar todo lo que ellos serían capaces de aportar. ¿El trabajo no les motiva? ¿Su ilusión es trabajar en otro departamento? ¿Creen que pueden hacer más? ¿Están disconformes con sus condiciones laborales? ¿No se sienten suficientemente valorados? ¿Creen que su trabajo no es importante para la empresa?

Hay una larga cola de preguntas que podríamos estudiar y que podrían estar influyendo en el potencial de nuestros trabajadores y, por consiguiente, en los números de la empresa a final de mes. Menos valor añadido, menor eficiencia, posible coste de oportunidad, mayor coste relativo… Estamos a tiempo de romper este círculo vicioso.

3. Empleados positivos o contribuyentes

Estos son los que nos interesan, quienes con el paso del tiempo ascenderán (o deberían hacerlo) en la cadena jerárquica de la empresa y que decidirán sobre el futuro de la empresa.

“Los identificamos por su inquietud por mejorar procesos existentes, por identificar ineficiencias, por proponer ideas que generen valor añadido, por tener un alto grado de compromiso. En resumen, los inconformistas”

Este empleado pocas veces nace, sino que se hace. La política de motivación de la empresa debe ir orientada a modelar y generar este tipo de trabajadores. Las herramientas son muy diversas y potentes. Enumeremos algunas de ellas:

  • Retos laborales
  • Bonus o pluses personalizados a sus hobbies
  • Formación adaptada a sus ambiciones
  • Libertad para decidir cómo hacer su trabajo
  • Escalado de niveles de responsabilidad y decisión
  • Juegos o ejercicios de equipo
  • Transparencia en los procesos y decisiones empresariales
  • Valoración e incentivo a promover propuestas e iniciativas

¿Y el dinero? Olvidémonos del dinero, nuestro employee engagement no va a depender del dinero, así como los trabajadores más comprometidos no nos van a valorar exclusivamente por esta variable. Hagamos que se sientan orgullosos de la empresa en que trabajan y dejemos que ellos mismos hagan el resto por mejorarla.

Cuidando y cultivando vuestro employee engagement conseguiréis con el tiempo que vuestra empresa vea incrementada su cuenta de resultados notablemente y el volumen de solicitudes de trabajo en la bandeja de entrada del email de vuestro departamento de recursos humanos por haberos convertido en una referencia en el sector cuidando vuestro activo más importante, los trabajadores.